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TALAVERA: EL DESPERTAR DE MARIENNE

No tomamos la Bastilla, ni tampoco el Palacio de Invierno. Tomamos las calles, las plazas, la ciudad y el corazón del pueblo, para hacer que estalle su indignación y la vergüenza (si la tienen) de sus representantes. No estamos ni en 1789, ni en 1917, pero en el centenario de esta última revolución y en el de la Constitución mexicana de Querétaro, primera en la que se incluyeron los derechos sociales, la sociedad talaverana crítica y reivindicativa se vistió de Marienne, como en el cuadro de Eugene Delacroix, icono propuesto por David Morales Diaz de SOS Talavera y adaptado por Roberto Cid.

Según la encuesta que desde la Mesa por la Recuperación de Talavera y su Comarca aplicamos entre los estudiantes de bachillerato para invitarlos a participar, estos reivindican un catálogo de derechos muy completo. Los estudiantes dieron prioridad a los derechos sociales: la salud y la educación públicas; asumieron también derechos medioambientales, por un río que casi no puede mantener la flora y la fauna de estas tierras. Reivindicaron también derechos económicos: más trabajo, de mejor calidad, decente; infraestructuras viales y ferroviarias, un nodo logístico y un puerto seco. Tampoco estuvieron ausentes los derechos políticos: mayor dotación y proximidad de las administraciones públicas. Después, marchando junto a 40.000 vecinos, hicieron una defensa simultánea de varios derechos civiles: libertad de expresión, asociación, reunión, manifestación y exigencia de participación y transparencia.

Y como si eso no fuera suficiente, si semejante cantidad de personas no fuera elocuente, lo que más hondo llegó fue la calidad de la protesta. No hubo insultos, nadie protestó contra quienes no cerraron sus tiendas. Todos sabemos que la situación es muy dura para las Pymes y esa opción también era legítima, a su manera, también protestaban, porque de tanta carestía no podían ni salir a protestar. Así fue la fiesta de la libertad, reclamando igualdad y justicia, respeto a la dignidad de cada persona en un claro ejercicio de pluralismo político; y allí tenemos a los cinco valores superiores de la Constitución vigente. Seguramente necesita mejorarse, pero difícilmente estos valores pierdan su vigencia y su fuerza para garantizar la convivencia pacífica.

Ante situaciones tan lacerantes, Chesterton advertía que había que superar las posturas reduccionistas de los pesimistas, pero también la de los optimistas. Porque para él «los pesimistas son idiotas tristes, los optimistas idiotas alegres». En el primigenio sentido de la palabra idiota, que alude a quien sólo ve una parte: sólo las sombras o sólo la luz. En su lugar, invita a asumir el realismo esperanzado. Realismo, porque podemos ser conscientes de lo mucho que nos falta: garantizar ese catálogo de derechos que nos recuerdan nuestros estudiantes. Esperanzado, porque hay razones suficientes para creer que es posible salir de este pozo, no son argumentos abstractos, no. Cada persona, cada anciano, cada niño, cada mujer, cada hombre que se manifestaron de esa manera –incluso los que queriendo hacerlo no pudieron- son una razón para la esperanza.

Marienne ha despertado, no pretendan los responsables de la administración local, provincial, autonómica o estatal adormecerla con más promesas falsas, ni aturdirla con vuestras acusaciones recíprocas. Ha demostrado que es lúcida, tranquila pero muy firme en su determinación para hacerse escuchar y respetar. Confiemos que Martina y Manuela, las hijas de Elena y Juan Pedro, cuando sean mayores recuerden este 11 del 11 como la de una pacífica revolución.

Fernando Rovetta Klyver

Asociación Iberoamericana pro Derechos Humanos (AIADH_CLM)

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